La vereda junto a la cooperativa Copelco muestra con nostalgia el espacio libre donde, por más de 40 años existió un kiosco al servicio de la comunidad.
Una pequeña casilla de madera, que años después fue modificada y revestida con chapa, era el negocio de Roberto Aravena, un hombre conocido y querido por las dos ciudades que pese a sus discapacidades motrices, día a día abría su ventanilla para las ventas al paso.
Aravena falleció hace 6 años y al poco tiempo las ventas decayeron hasta que su cierre fue inevitable, pero el recuerdo de un icono de Cutral Co permanece intacto para los nostálgicos que ya advirtieron la ausencia de la pequeña estructura.
“Mi papá fue muy querido por el pueblo, todo Cutral y Plaza lo conocía” recordó su hijo Emanuel que comentó que el kiosco comenzó a funcionar en la década del 70 y que, por su labor y carisma, Roberto fue homenajeado por la ciudad durante la gestión del intendente Benitez.
Su familia no solo recuerda con orgullo aquellos años, sino que además espera por el resarcimiento municipal prometido. “El kiosco ya no rentaba tanto y mi mamá acordó con el municipio en cambiarlo por una licencia de taxi, porque ella vive de eso” pero el permiso fue brindado de forma provisoria con fecha de expiración.
Piero Di Lena