Cuando se inició el proceso de juicio político contra el intendente Juan Carlos Giannattasio se debatió políticamente si el proceso implicaba un ataque institucional. Incluso en las filas del Frente y la Participación Neuquina no había consenso para acompañar al bloque de concejales en el inicio del proceso. Se pensaba que era ser “golpista”.
Se argumentaba en ese entonces que los vecinos habían elegido al jefe comunal en elecciones. Pero ¿defender la corrupción es defender a las instituciones democráticas? Los concejales creyeron que no. Y siguieron adelante. En tanto el Tribunal Superior de Justicia consideró que debía respetarse el proceso de juicio político. Casi en simultaneo la fiscalía penal consideró que era necesario investigar. El Tribunal de Cuentas fue el que advirtió irregularidades y le dio paso a una investigación. Es decir, todas las instituciones involucradas se pronunciaron a favor de determinar si los fondos municipales fueron mal utilizados a favor de una empresa. ¿Acaso ello no es verdadera institucionalidad?
Pero Giannattasio ha intentado todo para no acogerse a las normas bajo las cuales debería gobernar. No quiso notificarse cuando se determinó su suspensión. No quiso notificarse no entregar sus datos a la justicia penal cuando se lo requieron. No quiso dejar su cargo ni aún cuando el Concejo le envió una comunicación y ahora pretrende usurpar el cargo cuando se le ocurre que se cumplieron los plazos.
Queda claro que el intendente Juan Carlos Giannattasio no respeta la institucionalidad que cree representar. No le importan las normas, tira la institucionalidad al tacho. ¿Con el mismo criterio habrá gastados los fondos municipales?