Quique Saez está emocionado. Se limpia las lágrimas mientras abre bien grandes los ojos para sacar miles de fotos mentales de El Coloso.
“Yo trabajaba en el Club cuando se hizo la cancha. Laburaba en la empresa desde las 6 de la mañana a las 7 de la tarde, me bajaba del colectivo en la esquina y me venía a la cancha a poner las butacas hasta la noche. Me iba a las 11”, cuenta orgulloso.
Ahora se emociona porque la cancha es un billar y está llena. “Me acuerdo cuando vino Racing, fue una fiesta. Y después vino Boca y yo soy fanático de Boca, socio y todo pero hinchaba por Alianza porque soy de Alianza hasta la muerte”, sentenció. No hacía falta que lo aclarara.