El árbitro cobra una falta y llueven insultos desde la tribuna. “Qué no pase!!”, le grita un padre a un chico de 13, 14 o 15 años que juega una copa amateur. “¿Qué hacés?”, le grita una madre a un nene de 9 años que erra un pase.
La Neuquen Cup no solamente ilusionó a cientos de chicos, también consiguió sacar lo peor del público, de los jugadores, de los clubes de Cutral Co y Plaza Huincul. Fueron varias las ocasiones en las que los árbitros debieron impedir golpes de puño entre los protagonistas o pedir a los técnicos que hablen a los hinchas para que no tiren nada al campo de juego.
Mucha frustración e impotencia para un partido de fútbol de una copa de fútbol infantil donde se juega por placer, sólo por un trofeo. No suma nada a la historia de los clubes, son como amistosos de verano. ¿Por qué es tan difícil de entender?
Estos hechos no deberían quedar impunes. Las dirigencias de los tres clubes de la comarca deberían tomar cartas en el asunto con sus hinchas y con sus jugadores. Y decir basta, dejar de mirar para un costado y repudiar tanto el accionar propio como se repudia lo que hace el otro. Porque sino esa actitud deportiva que todavía tienen losjugadores de 9 y 10 años que levantaron a su rival, que lo saludaron y abrazaron, también se perderá.