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Una cutralquense que buscó nuevos horizontes en Canadá

Mónica Brizuela eligió este país para vivir junto a su familia.

El desafío de probar suerte los llevó al norte del continente americano. Están instalados y adaptados a la vida allá. Sin embargo, mantienen intactos los vínculos y la cotidianeidad de la ciudad en la que nació y vivió hasta que terminó el secundario.

 

Mónica junto a su esposo y sus hijos

Esta es su historia.

¿ Dónde viven?

“Nosotros, mi marido, mi hija y yo, llegamos a Canadá hace 14 años probando suerte. De a poco nos fuimos instalando y adaptando. Al mes de llegar, Agustina (mi hija) empezó en la guardería y al año la escuela, nosotros a estudiar y trabajar. Y así armamos el día a día como todo el mundo y al tiempo nació Martín. Para la época en que nos vinimos, yo estaba viviendo en Córdoba desde hacía algunos años. Allí estudié, me casé y nació la mayor”.

“Vivimos en Gatineau, en la provincia de Quebec, que está al lado de Ottawa que es la capital del país. La distancia es la misma que entre Cipolletti y Neuquén, también un río las separa. Gatineau como todo Quebec es de habla francesa y Ottawa de habla inglesa. Al igual que en Neuquén, la gente cruza el puente ida y vuelta todos los días para trabajar, hacer compras, o ir al médico.

Trabajo en el Ministerio de Acción Social de Québec, mi marido en informática en Ottawa, Agustina empezó su segundo año en la universidad en Gatineau y trabaja los fines de semana en Ottawa. Martín acaba de comenzar el secundario. Tenemos amigos argentinos a quienes considero la familia adoptada y mis hijos tiene primos del corazón, como dice mi mamá”.

Un cuidado paisajismo: La representación de la Madre Naturaleza

-¿En qué época viviste en Cutral Co?

“Si bien me fui de Cutral Co después del secundario, viví en Córdoba y ahora acá, mi corazón está en la comarca … Y una parte del de mis hijos también. Todavía recuerdo a mis amigas de la época, la ex Granjita, Yoina, Bucky, los 21 de septiembre en el campo de Deportes. El viejo CPEM 6, la vuelta del perro por la avenida y ….la lista es larga”.

“Mis hijos dicen que no han probado nada que iguale los helados Freddy, les dolió que cerraran el Topsy chico y les encanta el “museo Carmen Funes”.Toda mi familia está en Cutral Co y a Dios gracias tenemos la suerte de ir más o menos cada 1 o 2 años. Así es que estoy más o menos al tanto de lo que pasa. Incluso a veces, me entero de las noticias antes que mi mamá”, cuenta.

¿Cómo es vivir en el exterior?

“A nuestra llegada a Canadá lo que más me impacto fue ver río y lagos caudalosos congelados y cómo la gente hacia vida normal con temperaturas de -10° a -30° (por debajo de eso los recreos en la escuela son en el interior). Eso sumado al hecho que los locales al hablar pasaban del francés al inglés sin esfuerzo y sin aviso. Con el tiempo nos fuimos adaptando a los cinco meses de nieve. Si bien a veces se hace largo”.

 

La práctica del esquí es habitual. Detrás, en el fondo, un lago congelado.

“La clave es no quedarse adentro. En invierno salimos a caminar, hacemos raqueta aprovechando los senderos en los bosques que bordean la ciudad. Y como las pistas de esquí están a 15 minutos de auto, los chicos lo practican los fines de semana o a veces después de la escuela. Ocurre que aquí la práctica del esquí no es prohibitiva. Tratamos de salir lo más posible y la rutina es la misma: escuela, trabajo, ir al súper, tomar el colectivo. Lo que se hace sentir mucho son los dos meses en los que a las 5 de la tarde es de noche. Por esa falta de sol y por ende falta de energía, los chicos tienen una semana de vacaciones en febrero. A mí nunca me gustó el calor pero ahora disfruto los 35 grados del verano. Desde el deshielo, que empieza en marzo, todo el mundo pasa la mayor parte del día al exterior”.

La fiesta de los tulipanes. Se plantan cada año un millón de bulbos.

“Aprender francés fue un gran esfuerzo porque no es un idioma fácil. La vida social se pasa en francés pero en los lugares de trabajo se manejan el francés y el inglés, ya que esta es una región en la que se hablan los dos idiomas. Las grandes ciudades más cercanas son Montreal a 200 kilómetros y Toronto a 400 kilómetros. Al igual que en la Patagonia las distancias son grandes. Montreal es una ciudad enorme, más grande que Ottawa y con mucha actividad cultural”. Tanto Toronto, como Montreal y Ottawa, que es lo que yo conozco, tiene mucha población de origen extranjero”.

“Por ejemplo, en mi equipo de trabajo hay canadienses, marroquíes, latinos, africanos, rumanos. A pesar de las diferencias culturales funcionamos bien y trabajamos sin problema”.

Ottawa: la vista del Parlamento, sede del gobierno.

¿Sentiste discriminación o soledad por estar lejos?

“Me preguntaban si hay discriminacion, diría que sí, la hay como en todos lados. No hay manifestaciones en la calle, ni hechos de violencia, ni nada de eso. Puede pasar en el día a día, en las opiniones por ejemplo. Es toda la sociedad? No. Es la manera de pensar y la ignorancia de algunos pocos. La gente es gente en cualquier parte del mundo y es más fácil mirar con los anteojos de los prejuicios y preconceptos”.

– La vida en otro país ¿es para cualquier tipo de persona o hay que tener espíritu aventurero?

No sé si radicarse en el extranjero es solo para aventureros. Si diría que se necesita mucha determinación y mucha energía, algo así como cerrar los dientes y darle para adelante. La familia se extraña mucho. Tanto de un lado como del otro, se está ausente en los momentos importantes. Por suerte de Argentina nos han venido a visitar y nosotros vamos seguido. Eso hace que mis chicos tengan muy presentes a todos los miembros de las familias de Cutral Co y Córdoba, incluyendo las tías abuelas y tíos segundos que son un batallón”.

 

Los amigos argentinos que se transforman en familia.

“Por otro lado, vivir en el extranjero da la posibilidad de conocer y vivir en otra cultura y en sociedades organizadas de otra manera. Aquí la vida es tranquila, la bici queda afuera y nadie la toca, se camina de noche sin problema. El respeto hacia los otros y hacia los lugares públicos es un gran valor y se practica a todas las edades. El político que termina su mandato es muy raro que se recicle en otro cargo”.

“En mi caso, hice un postgrado y me dieron una beca porque tenía niños y la otra parte en préstamo. Hay oportunidades para estudiar y avanzar. Diría que vivir en el extranjero es un gran aprendizaje que demanda esfuerzos y que al mismo tiempo ofrece otras posibilidades. Por supuesto que como toda sociedad, también la de aquí tiene sus desafíos”.

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