Luis tenía 26 años en el 1976, trabajaba en el municipio de Cutral Co, además hacía changas de electricidad, plomería y gas. Y por la noche terminaba el secundario.
Era militante social y por esa razón fue detenido en el “Operativo Cutral Co“, realizado por los militares en junio de 1976. Estuvo tres años en diferentes cárceles.
Durante el traslado desde la Unidad Penitenciaria 9 de Neuquén a la U6 de Rawson, Almarza fue brutalmente golpeado: “Fueron 57 bastonazos que recibí desde la nuca hasta el coxis”. Esos golpes, más las torturas con picana eléctrica que recibió en los centros clandestinos de detención “me dejaron la columna destrozada”, lo que actualmente le impide trasladarse en forma normal y sólo puede hacerlo en silla de ruedas.
En septiembre de 1979, Almarza fue trasladado a la U9 de La Plata, donde en diciembre le informaron que le permitirían salir del país como exiliado político gracias a las gestiones realizadas por Willy Leeman, por entonces cónsul belga en Buenos Aires. Tras un derrotero de idas y vueltas con la documentación, finalmente, el 18 de enero de 1980 llegó a Bruselas. “Un toallón raído, dentro del que había puesto una muda de ropa interior y un par de zapatos que me compró Leeman en Ezeiza, era todo mi equipaje”, recordó.
Lo más triste es que volvió a Plaza Huincul y aseguró que quienes lo conocían “bajaban la cabeza” para no saludarlo. Aseguró que vivir en Bruselas no fue fácil, que fue “como estar preso pero de otra forma”.
Esta y otros testimonios se cuentan en “Historias de exilio”, libro que será presentado el martes a las 19 en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue.
Fuente: La Mañana Neuquen, nota de Pablo Montanaro (@montanaro_pablo)