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“Estoy preso y soy de las 450”, testimonio en primera persona

Foto ilustrativa

Los informes previos sobre el barrio formaron la idea de que vivir en las 450 viviendas es una invitación a sumarse al ambiente delictivo. No se trataría de un aspecto determinante sino una triste consecuencia.

Todas las personas entrevistadas coincidieron en que hay pocas alternativas para los jóvenes del barrio y la falta de contención que los deja en soledad ante la vida es la que da el puntapié para entrar en un mundo de violencia que tiene una salida angosta que pocos encuentran.

Algunos encuentran la muerte a corta edad y de manera trágica; y otros nunca logran desvincularse por completo del mundo delictivo. Pasan gran parte de sus vidas tras las rejas y suelen ser reincidentes, sumando cada vez más motivos para quedarse “guardados” (dentro de la cárcel).

Pero otra franja busca la salida definitiva, como en el caso de A.V. que es nacido y criado en el barrio Belgrano, de chico pasó por esa soledad de la que hacemos mención en una vida que no consideró triste, pero que cambiaría hoy estando más cerca de llegar a los 30 años.

Desde el día en que cumplió los 18 años está preso por tres condenas diferentes y sueña con reinsertarse por completo en la sociedad, aunque entiende que su desafío recién comienza.

“Para conseguir un trabajo se me re complica, estoy preso y soy de las 450, pero ahora estoy con algo por suerte y lo quiero cuidar” dijo.

En un mano a mano con Cutral Co al instante contó cómo fue su infancia y adolescencia en las ex 450 Viviendas y los motivos por los que terminó cumpliendo una condena en la cárcel, además de su visión sobre las nuevas generaciones y como ayudarlos para mejorar la calidad de vida de todos.

¿Viviste siempre en el barrio?

Si me críe acá, toda la vida menos estos últimos años que estoy adentro.

¿Cómo fue tu vida en el barrio Belgrano?

Desde chico tenés que estar encerrado, afuera hay muchos tiros y bardo, después de grande hacés amistades y empiezan las juntas, bah, de adolescente. Algunas te llevan por mal camino a veces y tenés que hacer cosas que no están buenas… Yo en mi caso hice muchas.

Foto de archivo

¿Fue una infancia difícil?

Me críe y fui a la escuela del barrio (primaria Nº63), andaba en los comedores que ahora ya no están. Para mí fue una infancia normal, no fue dura ni nada de eso. Yo me sentía bien aunque no es la vida que otros elegirían.

Los vecinos dicen que al principio era tranquilo, pero empeoró cuando los pibes más chicos empezaron a crecer. ¿Hasta qué edad estuviste encerrado sin poder salir de tu casa?

Hasta los 10 u 11 años. Había tantos problemas y los padres de uno no te dejaban salir, siempre era por los pibes más grandes.

¿Y en qué momento empezaste a salir de tu casa y andar sin miedo en la calle?

Cuando conocés a las personas del barrio, a tus amigos. Empezás a hacer tu bandita y te empezás a defender solo. Yo me juntaba con algunos más grandes pero después empezaron a aparecer pibes chicos y así va pasando, va cambiando de generación.

¿Tenés que hacer algo para entrar en esas banditas?

No, en el barrio son todos conocidos, todos te conocen aunque vos no los trates. Son gente que están ahí de siempre y saben quién es quién.

¿Por qué les llaman malas juntas? ¿Hay una obligación de robar para pertenecer?

Es como todo, hay gente buena y mala, pero nadie te obliga. Uno se equivoca y hace las cosas mal. Yo hice lo que me parecía porque quise, nadie me obligó.

¿Hay que responder a alguien?

No, esas son cosas que se creen pero vos te manejás en la tuya, cada uno con su pinta.

¿Qué tan presente está la droga?

Mucho, desde siempre, se consigue en todos lados.

¿Y qué es lo peor?

Ahora más que nada la pastilla, que hay mucho. La pastilla te hace bardear.

¿Cómo es con las armas?

También, están ahí a la vuelta de tu casa. Yo agarré la primera cuando era pibito.

¿Qué sensación te dejó?

Nada, es como un juguete al principio, se consigue así nomás en el barrio.

Decís que nadie te obligó y que hiciste las cosas porque querías hacerlas. ¿Te arrepentís de algo ahora?

Por un lado si, arruiné mucho tiempo de mi vida estando encerrado, no me imaginaba que fuera así.

Foto ilustrativa

¿No pensabas que podías ir preso?

No, de pibe no pensás en eso, vas y hacés las cagadas que hacés nomás.

¿A qué edad entraste?

A los 18, cuando los cumplí. Llevo tres condenas ya

¿Por robos?

Si, por robo a mano armada

¿Qué sentís cuando dicen que es un barrio de delincuentes?

Hay mucha gente trabajadora y son pocos los que hacen mal en el barrio. En su mayoría son adolescentes como en casi todos los barrios, pero son muy pocos.

¿Crees que es el barrio el que te lleva a ser delincuente?

No, esos son puras mentiras. Si sos delincuente es porque querés, nadie te obliga a salir a robar, a fumarte un porro o hacer lo que sea. Eso es porque vos querés como en todos lados.

¿Y es distinta hoy la calle a como era en tu adolescencia?

Si, antes había más respeto. Ahora no se respeta nada, ni a los vecinos ni entre ellos. Antes incluso se respetaba a la gente que robaba y ahora tampoco. Ahora si le tienen que robar a un nene, a una señora o a un chorro, le roban y no les importa nada.

¿Y por qué crees que se dio?

Yo digo que los pibitos no tienen esos códigos, son nuevas generaciones que no les importa nada, o no les importa de la misma manera que a nosotros. No deben tener problemas en robarle a la propia madre si es necesario.

¿Vos por qué robabas?

Por necesidad

¿De qué tipo?

Hay mucha necesidad en el barrio, es muy discriminado por la sociedad, a la gente que es del barrio no le dan trabajo cuando dicen donde viven y hay familias que no tienen nada, no les queda otra, y hay otros que siendo chicos ni siquiera tenían una familia que los ayudara.

¿Siendo del barrio y estando preso es más complicado?

Si, mucho. Para conseguir un trabajo a mí se me re complica pero ahora estoy con algo por suerte y lo quiero cuidar.

¿Cómo es tu situación actual?

Para mi está, ya es la última, se terminó. Yo creo que ya estoy reinsertado en la sociedad. Estoy trabajando y haciendo las cosas bien, tengo mi familia y no quiero hacerlos sufrir más, quiero que estén bien.

¿Pensás volver al barrio cuando recuperes la libertad?

Si, yo soy del barrio, vivo en el barrio y no me iría.

¿Y cómo crees que sería el después?

No sé, la idea de los más grandes o por lo menos la mía es ayudar a los pibes del barrio para que se rescaten a tiempo. No está bueno esto, uno trata de imaginar o proyectar algo para su vida cuando es chico, pero muchos terminamos arruinándola tomando el camino fácil. Yo tengo amigos y hermanos muertos y otros presos, pero hay otra salida, hay otra vida.

¿Qué te gustaría que cambie para que se pueda vivir mejor?

Hace falta más contención a los jóvenes. Ayudarlos más deportivamente o con actividades que los mantenga ocupado, no con cosas tan difíciles. Vos vas al barrio y todos te van a decir lo mismo que te digo yo, que no les queda otra porque no hay nada para hacer. No son personas malas, todos te ven como que sos chorro o malo, pero hay gente que la pelea y trabaja todo el día.

¿Hay pocas alternativas para elegir lo que querés hacer en el barrio?

No tenés a nadie que te ayude cuando sos chicos. Ahora hay una escuela de fútbol, pero nunca tuvieron ninguna actividad y si en la casa tampoco te ayudan, cuando sos chico pasás el día y la noche en la calle y te acostumbrás a eso, es más fácil conseguir un porro que un vaso de agua. Ahora la presidenta del barrio está haciendo bastante por los chicos, hay una cancha y una placita, pero se necesita más.

Nos encontramos con un barrio que pide a gritos la intervención del Estado. Vecinos, instituciones y organismos públicos e incluso integrantes del “ambiente delictivo” quieren un cambio.

Adentrándonos en sus pasillos y escuchando las voces de todos ellos nos topamos con un barrio que tal vez no logre combatir nunca con la delincuencia ni siquiera sacar a todos los pibes de la calle, pero que sabe y entiende que la decadencia va de la mano con el paso de los años y que la solución no es una necesidad de hoy, sino de hace 20 años.

En su historia hubo decenas de familias que dejaron sus casas ante la primera oportunidad, remataron sus hogares al mejor postor o incluso las abandonaron para escapar a otra realidad. Y así fue como el grupo minúsculo de “inadaptados” dejó de ser tan chico y empezó a renovarse con nuevas y jóvenes caras que hicieron de esto un modo de vida.

Hoy el barrio Belgrano es el faro de la delincuencia para la opinión pública, pero la realidad es que no cambia mucho respecto a la situación de otros barrios de Cutral Co: inseguridad, violencia, drogas y armas son una constante de la comarca petrolera que supo ser un “Barrio Peligroso” en sus comienzos.

La diferencia, tal vez, es que muchos consideran que es un caso perdido y que ya nada puede hacerse. Es tarde, eso no se puede cambiar, pero todavía se puede trabajar para devolverle una vida digna al que se quedó.

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