Miguel y Flor, padres de Teresa Rodríguez, la mantienen viva en su memoria y en su hogar del barrio Progreso. “Llevamos a nuestra hija en el alma y en el corazón y nos conformamos con eso” dice su madre.
Hoy se cumplen 22 años del crimen ocurrido durante la represión a los docentes en 1997, cuando gobernaba la provincia Felipe Sapag. En aquella mañana, las tropas de Gendarmería Nacional, despejó la Ruta 22 en Plaza Huincul. Y la policía provincial, fue la encargada de despejar la ruta 17, a la altura del puente, donde se habían desplazado los manifestantes. Allí a pocos metros, Teresa observaba cerca de la banquina lo que ocurría, cuando fue alcanzada por una bala que salió de las filas policiales.
Hoy Teresa tendría 47 años, y sería abuela de 7 nietos, entre niñas y niños que tienen sus tres hijos. “Nosotros tenemos poco contacto con los hijos de Teresa, al que vemos más seguido es a Quiquín, el hijo mayor, y a Jonathan que tenía 7 años cuando murió su mamá” recordó Miguel.
El matrimonio, cabeza de una larga familia, asegura que el paso de los años fue diluyendo el dolor que causó la pérdida de su hija. “Somos dos viejos solos y no queremos tomarlo tan a pecho en estos días porque nos vamos a enfermar y nadie se va a hacer cargo de nosotros. Nos alcanza con recordarla, tener los cuadros y charlar de ella con algunas personas” contó Flor.
En el comedor de la casa lucen algunas de las pocas fotografías que quedaron de Teresa, antes de aquel otoño del 97, donde la bala de un arma reglamentaria de la policía impactara en su cuello cuando iba desde su casa al trabajo como empleada doméstica.
“No podés olvidar algo así, para mi Teresa siempre va a estar acá y hoy la recordamos bien” asegura Miguel, mientras sostiene su pecho con emoción. Según recuerda, distintas personas y agrupaciones se acercan a ellos en cada aniversario, pero pasada la fecha todo regresa a la normalidad. “Estando muerta todos la vinieron a ver, pero a las promesas se las llevó el viento” agregó.
Este año ATEN anunció un acto en el centro de Cutral Co para recordar a Teresa, pero el matrimonio Rodríguez admitió que no fueron invitados. Con un poco de angustia, Miguel reconoció que “más que olvidados, nos sentimos ignorados” y sostuvo que “a la gente que viene la atendemos, hablamos, pero ya no esperamos nada de nadie”.