Hace muchos años, cuando recién comenzaba mi tarea de periodista en Cutral Co y Plaza Huincul, conocí a Carlos Rosso.
Tras una feroz interna en el MPN me lo encontré en el “Tortorici” (cuando todavía era café) y me dijo: “cuando gano una elección negocio, porque cuando pierdo, negocio”.
La frase me quedó grabada. Primero porque yo tenía 22 años y pensé que era una aberración. Y que hablaba de negociados, lo más espurio de la política.
Con los años entendí que no hablaba de plata (al menos, no solamente de plata) sino de poder. Para un político el poder es más importante que el dinero.
Y todo buen político sabe que a veces se pierde y a veces se gana. Y siempre hay que sentarse a negociar con ese otro sector, que puede ser de la oposición o del propio partido.
Lo que cuento pasó hace 25 años y parece que todo ha cambiado.
Hace unas semanas veo como se desarrolla la lucha interna en el Frente y la Participación Neuquina en Huincul, un partido que conoce del poder pero evidentemente no sabe como administrarlo.
La política debe servir para construir poder. No autoritarismo, no gritos y órdenes sin sentido. Sino poder. Porque solamente así se cambian las cosas dentro de una comunidad como Plaza Huincul que necesita urgente un cambio de timón.
Escuché “me lo merezco”, “tenemos dignidad”, y no podía dejar de acordarme de Carlos Rosso. La política no tiene nada que ver con merecimientos, ni con sentimientos personales, ni con sentimientos familiares, es más, no tiene que ver con sentimientos.
Tiene que ver con la construcción de un cambio social. Con brindar a la comunidad la seguridad de que quien está al frente será un solucionador de problemas. De lo que le importa al vecino cada día.
Al vecino común no le importan lo que Gustavo Iril y Miryam Rioseco creen que se merecen. Quieren que trabajen y solucionen los problemas. Y ambos demostraron que no estuvieron a la altura. ¿Por qué se pelearon apenas asumieron como concejales? No le importa a nadie. Por qué se pelean ahora? Tampoco le importa a nadie.
Gracias a ese ego que ambos defienden por encima de los intereses de los vecinos, el MPN es más fuerte. O menos débil, tras ocho años de gestión.
Todavía es temprano para saber cómo resultará la candidatura de Ramón Lecaro, si el mensaje de poder solvente que quiere transmitir Ramón Rioseco llegará a los vecinos. Pero es evidente que el daño que produjeron Iril y Miryam Rioseco es muy importante.