La vida y la muerte de Franco Alonso cambió para siempre la percepción de los casos de abusos sexuales. El pequeño de tres años murió de una peritonitis pero en el juicio quedó demostrado que era sometido a vejaciones sexuales por su padrastro con conocimiento de su madre, Patricia Alonso.
Lo llevaban al médico pero con las uñas pintadas, para que no detectaran los golpes. La atención sanitaria también fue cuestionada en el juicio, porque el horror que vivía el niño no pudo se detectado a tiempo. Desde entonces en el sistema público se incrementó la búsqueda de señales de abuso. Hace 17 años no había tantas herramientas y capacitación.
Se determinó que el autor de las agresiones sexuales era Carlos Soñé y le dieron 30 años de los cuales cumplió 17. Y le corresponden salidas transitorias. De hecho las cumple desde hace un año y medio pero ahora las hizo públicas el periodista Guillermo Berto en el diario Río Negro.
Patricia Alonso fue condenada a 16 años. Fue liberada antes y aseguran que se mudó a la provincia de Río Negro. A ella se la encontró culpable de participar en los abusos.
La novedad en el caso es que en una audiencia realizada el viernes pasado, Melina Pozzer y su colega defensor Roberto Espina lograron que tres jueces les dieran la razón y le otorgaran un régimen de salidas laborales a Soñé. “Podrá ir a trabajar a un emprendimiento de su pareja y a la noche volverá a dormir a la cárcel”, explicó la abogada.
La determinación de darle salidas transitorias generó la movilización de mujeres que escracharon la casa de la madre de Soñe y también fueron hasta la U11 a reclamar. Volverían a manifestarse la semana próxima.
El condenado tiene por ahora un particular régimen de salidas: dos veces por mes, 12 horas cada vez, con una pulsera electrónica. Pero la provincia no tiene pulseras electrónicas, de modo que en cada salida lo acompaña un policía para suplir esa (otra) falencia.