La medicación para el tratamiento es sumamente costosa y, con las restricciones impuestas desde el inicio de la pandemia, se volvió casi inaccesible. Los pacientes aseguran que el ministerio de Salud de la Provincia no da respuestas a su pedido.
La epilepsia refractaria ocurre cuando las crisis epilépticas son tan frecuentes que limitan la habilidad del paciente para vivir plenamente acorde con sus deseos y su capacidad mental y física; o cuando el tratamiento anticonvulsivante no controla las crisis o sus efectos secundarios son limitantes para un desarrollo normal de la persona.
“Yo tomo 120 comprimidos mensuales de oxcarbazepina, 160 de levetiracetam y 60 de diazepam. Si solo dejo una de las dosis diarias, corro el riesgo de entrar en una recaída del tratamiento” señaló una de las pacientes de la ciudad, que pidió mantener su identidad bajo resguardo.
Según contó, percibe una pensión por la incapacidad para trabajar por su enfermedad y su esposo se quedó sin empleo por l caída laboral que provocó el COVID-19. “Una sola de estas medicaciones cuesta 8 mil pesos y no son fáciles de conseguir“, mencionó.
La mujer agregó “siempre fui muy bien atendida en el hospital, pero en los últimos meses no tuve mi medicación, sé que hay otras personas en situación similar, algunas con obra social, pero yo no tengo. La provincia no nos ayuda y no podemos entrar al hospital por el Coronavirus”, cuestionó.
La pandemia no solo afectó a la continuidad del tratamiento, sino que también la obligó a postergar una cirugía programada en Buenos Aires. “No me considero una víctima pero pido ayuda“, concluyó.