No quiero hablar de algo que ya sabemos, sino de eso de cumplir las obligaciones, responsabilidades y las leyes ante el aislamiento social obligatorio.
Puedo y me permito hablar de lo que llevamos o, en este caso, llevo dentro; pero antes de seguir pienso en que no faltará atrás mío el que diga que no respeto o creo menos necesario el aislamiento, que por gente como yo, seguimos igual… Esta vez lo que llevo dentro me llega al cuello, como cuando te metés a una pileta y el agua te llegó justo al cuello y apenas podés respirar, qué difícil querer salir a flote, más en estos tiempos, difícil querer hacer malabares en medio de un despelote, de un despelote emocional sobre todo cosas que traías de antes y se podía aliviar con abrazos, con charlas, con mates hasta tarde en una plaza. Mal o bien sabíamos que eso nos salvaba un poco todo lo malo, pero hoy ya no están esas cosas simples.
Hoy todo es diferente y complejo, más de uno hoy se siente roto, recae en lo que alguna vez le había pasado y creía haber superado, en lo que nadie o pocos hablan. Hoy, la angustia, la ansiedad, la depresión, las adicciones y mientras sabemos que esas sensaciones y estados han llegado nuevamente a nuestras vidas, nos acompaña de la mano la frustración de volver a recaer en lo que no queríamos, sobre el camino pensamos como mierda poder salir del pozo. Otra vez, con menos ayuda, menos herramientas, con limitaciones donde miremos.
Quizás en otros tiempos podría haber evitado el mismo pozo, podría haber corrido hacia otra dirección, pero no pude y puede ser que alguno que otro adolescente, persona mayor o niño esté así “sintiéndose mal”, experimentando cosas nuevas en el cuerpo, sensaciones que tienen que ver con la ansiedad, sintiendo que la angustia es la única visita todos los días y no pueden más con eso. No puedo ni mucho menos quiero estar así, que estén tampoco, pero es lo que toca padecer.
Se que esto está desordenado, es que así me siento hoy, desordenada…
Sepulveda Celina Belén
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