Esta enfermedad es muy grave en niños de 0 a 5 años y puede provocarles la muerte. Se puede prevenir fácilmente con algunos cuidados
El Síndrome Urémico Hemolítico se contagia con la heces, o “caca” como se le dice comúnmente. Puede ser de los animales pero también por cambiar un pañal y comer sin lavarse las manos.
La higiene y los cuidados al manipular, cocinar y conservar los alimentos son fundamentales para prevenir el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), una enfermedad que afecta a la población en general, pero que sus consecuencias son más graves en niños y niñas de hasta 5 años.
El ministerio de Salud de la provincia recordó que, dado que la principal vía de transmisión es fecal-oral, frecuentemente a través de la ingestión de alimentos o agua contaminada con heces de ganado, es fundamental cocinar correctamente la carne, evitar los embutidos poco cocidos, la leche y los jugos envasados no pasteurizados, así como el agua de consumo que no es segura.
También es importante no manipular alimentos con las manos o utensilios mal higienizados o en superficies en igual estado. En la cocina es necesario prevenir la contaminación cruzada, que ocurre cuando entran en contacto alimentos o utensilios contaminados, con alimentos no contaminados que se comen crudos, como la lechuga, el tomate y las frutas, entre otros.
El contagio también se puede producir de persona a persona por prácticas higiénicas inadecuadas, como no lavarse las manos antes de comer, después de ir al baño y/o cambiar pañales. También puede ocurrir a través de aguas de recreación contaminadas (piletas de natación públicas o privadas, lagunas y ríos).
En todos los casos es importante el lavado de manos correcto y frecuente. Asimismo, hay que prestar especial atención al cocinar carne, cuidar la higiene al manipular alimentos, lavar bien las frutas y verduras, consumir agua segura, elegir la lactancia materna y la leche pasteurizada.
Consejos para la prevención
Es fundamental lavarse las manos antes y después de preparar alimentos; proteger los alimentos y las áreas de la cocina de insectos, mascotas y otros animales; lavar y desinfectar todas las superficies; separar siempre los alimentos crudos de los cocidos y los listos para consumir; usar utensilios diferentes, como cuchillas o tablas de cortar, para manipular carnes y otros alimentos crudos. Si se usan los mismos, lavarlos bien con detergente entre usos; mantener los alimentos a temperaturas seguras, respetando las indicaciones del envase.
Además, es recomendable no guardar las comidas preparadas por mucho tiempo, ni siquiera en la heladera; no dejar alimentos cocidos a temperatura ambiente por más de dos horas; utilizar agua potable para el lavado de alimentos que se consumen sin cocción; cocinar completamente los alimentos, especialmente carnes, pollos, huevos y pescados. Prestar especial atención a preparaciones con carne picada, como hamburguesas.
Ante la duda sobre la potabilidad del agua, agregar dos gotas de lavandina por cada litro de agua o hervir cinco minutos antes de usarla.
También, se recomienda elegir la lactancia materna. En caso de tener que utilizar mamadera, al preparar leche en polvo, utilizar agua potable. Además, es importante esterilizar la mamadera y la tetina entre cada uso (para ello colocarlas en una olla grande con agua hirviendo a 100° centígrados y dejarlas diez minutos. El agua debe cubrir todo. Luego dejarlas enfriar dentro de la olla).
Atención a los primeros síntomas
Los primeros síntomas que se presentan son una diarrea leve acuosa que luego se vuelve sanguinolenta, y los niños y niñas pueden presentar además palidez, daño renal, irritabilidad, vómitos, convulsiones y disminución de la diuresis (extracción de orina). En casos más severos, puede comenzar directamente con una diarrea sanguinolenta y deficiencias renales.
Ante la aparición de síntomas se recomienda realizar una consulta de salud, principalmente en lactantes y menores de 5 años. El diagnóstico precoz favorece el tratamiento oportuno.