El reciente hallazgo de un bagullo de marihuana en una zanahoria que tenía como destino a un interno de la Unidad 22 recordó otros casos donde los penitenciaron hallaron drogas en alimentos, utensilios y prendas de vestir.
No son una novedad. Los intentos por ingresar estupefacientes a la unidades de detención existen desde siempre y se dan de forma reiterada; pero desde la Unidad de Detención 22 decidieron difundir cada hallazgo a través de su nexo con la división Antinarcóticos y la prensa oficial de la policía de la provincia.
Fue así como, en los últimos tres o cuatro años, se hicieron públicos todos los operativos y las rebuscadas maneras de ingresar drogas al penal. Entre 2018 y 2019 se conocieron dos casos de marihuana oculta en pan casero que, de alguna forma, “destaparon la olla”.
La mayoría de los casos se informaron en 2020, en medio de las protestas de los presos por tener visitas en plena pandemia. Intentaron ingresar un coctel en la suela de una zapatilla y también envueltos en una manta; en viandas; grasa bobina para tortas fritas; en una papa -alterada de forma similar a la zanahoria del lunes-; en carne picada; en un pollo; e incluso en un mate.
El intento del pollo se repitió este año con varios envoltorios que daban un total de 8 gramos de marihuana; y otro caso en que abrieron un paquete de mayonesa y ocultaron dentro otros 7 gramos de marihuana.
En todos los casos detectados, las personas que llevan las drogas al penal son notificadas de la causa federal por tenencia de estupefacientes; pero estiman que otro porcentaje puede llegar a ingresar sin ser detectado. Sin embargo, desde la unidad carcelaria aseguran que los controles son cada vez más exhaustivos para evitar que haya drogas dentro del complejo penitenciario.