Visiblemente frustrado, Luis Zúñiga, el enfermero de Cutral Co que se dedica de manera voluntaria a la ayuda y rescate de personas, contó que su presencia en la zona de desastre tras el terremoto que ocurrió en Turquía y Siria, no fue posible.
En los últimos días intentó de manera infructuosa comprar los pasajes con dinero de su propio bolsillo, pero los límites bancarios impuestos sobre el uso de las tarjetas se lo impidió.
Incluso perdió una cuantiosa reserva que hizo en una aerolínea, porque no pudo acceder al resto de sus fondos y pagar los pasajes en tiempo y forma.
El pasado 6 de febrero, un terrible terremoto afectó amplias regiones de Turquía y Siria. Por el nivel de desastre que el fenómeno provocó, los especialistas coinciden en catalogarlo como el peor de los últimos tiempos.
Hasta el momento, se contabilizan 46.000 víctimas fatales y a doce días de la tragedia, son casi nulas las expectativas de encontrar sobrevivientes.
Apenas trascendió la noticia, Luis Zúñiga se puso en contacto con los rescatistas mexicanos conocidos como “Los Topos”. Mantiene lazos con esa organización porque buena parte de su formación como rescatista la realizó con sus miembros, y se uniría al plantel para abocarse a la búsqueda y rescate de personas.
Con prisa, sin dudarlo y apelando a fondos propios, comenzó a gestionar pasajes: “en situaciones de desastre, la rapidez para llegar a la zona es crucial, pero me encontré con que el sistema no está preparado para que una persona como yo, que quería viajar de manera urgente, pudiera acceder a los pasajes”, contó.
El enfermero trabaja en una empresa que presta servicios en las áreas petroleras. Pidió el relevo para concurrir a la zona de desastre y le fue otorgado. Sus días de franco serían dedicados a la labor humanitaria y voluntaria de rescatar víctimas, porque es lo que ama hacer y para lo que se capacita constantemente. Ni siquiera dudó en intentar comprar los pasajes -que ida y vuelta superaban holgadamente los 600.000 pesos- con sus propios recursos.
Pero no contó con las trabas financieras que le impidieron disponer de su dinero bancarizado, y no pudo concretar la compra ni aún combinando tarjetas de débito y crédito. Incluso realizó una reserva de 290.000 pesos para el pasaje Ezeiza-Estambul, que no sabe si podrá recuperar.
Los rescatistas que concurrieron a la zona desde todas partes del mundo ya están retornando a sus países, agregó Luis. Poco y nada se puede hacer ahora por quienes hayan quedado entre los escombros a esta altura. Frustrado y con bronca, apuntó: “Yo quería ir, porque además de ayudar, también iba a aprender… pero yo hago todo a pulmón, nadie me da una mano”.