“Cada cuidador tiene su mochila, y trata de llevarla como mejor puede. Por eso, a nosotros, como grupo de autoayuda, nos preocupa su salud, su parte psicológica… su parte personal, porque no queremos que haya dos personas enfermas. Lo que queremos es ayudar a mejorar la calidad de vida del cuidador”.
Esta frase resume la especial labor que desde junio de este año emprendieron dos vecinas, con la creación del Grupo de Autoayuda a Familiares de Pacientes con Alzheimer, y que sigue sumando voluntades, ahora con la incorporación de una profesional en neuropsicología.
Este viernes 27 de octubre, desde las 17 horas, se desarrollará una nueva reunión mensual, esta vez en la sede barrial de Centro Sur. Allí, una vez más, el grupo de cuidadores de personas que se encuentran atravesando la enfermedad, -ya sean familiares o acompañantes que reciben remuneración- podrán hablar de lo que les pasa, de lo que les preocupa y los angustia.
Sucede que el Alzheimer es una afección que golpea fuerte, no sólo a la persona que lo padece, si no también a quienes lo rodean, porque es una enfermedad que afecta al cerebro y lo deteriora, provocando demencia y pérdida de funciones físicas, además de alterar la emocionalidad del enfermo. Así, sus seres queridos deben afrontar su cuidado bajo un gran impacto en su propia salud mental y física.
Andrea Pereyra y Mariela Ibáñez conocen de qué se trata. Son las dos coordinadoras del grupo, a quienes se sumará desde este mes la neuropsicóloga Laura Pic. En el caso de Andrea, perdió hace unos meses a su propia madre, tras acompañarla y cuidarla durante años en su padecimiento de Alzheimer.
” Viví en primera persona lo que es ser cuidador de una persona con Alzheimer; sé lo que es que de un día para otro no te reconozca, pero tuve la posibilidad de tener ayuda psicológica. Pero hay momentos en que el cuerpo no te da, la mente no te da y la situación económica tampoco te da como para poder pagarle a una persona que ayude para tener momentos libres, y por eso nació la idea con Mariela de este proyecto, para ayudar a personas que no tienen tanto una obra social, como a alguien que los escuche o les dé un abrazo”, explicó Andrea.
Por su parte, Mariela enfatizó que este grupo está abierto a los acompañantes y cuidadores de las personas enfermas, con la idea de contenerlos, para que puedan contar sus experiencias, hacer consultas y fundamentalmente, hablar de lo que los angustia y preocupa. Señaló que al no contar con una sede propia, las reuniones van rotando por distintos espacios físicos, con un encuentro mensual.
Continúan en la búsqueda de profesionales para sumar al grupo. Así, por ejemplo, desean incorporar a una nutricionista, para que los cuidadores adquieran buenos hábitos alimenticios, en pos de respaldar su salud. “También sabemos que hay familiares que no pueden dejar al paciente solo: les pedimos que se comuniquen, para ver de qué manera podemos acercarnos, a veces sólo necesitas que te escuchen, o un abrazo, o un mate”, agregó Andrea.