El concejal por el MPN, Gustavo Suárez, mantiene una estrategia errática tras quedar en el ojo de la tormenta política local por la denuncia formal en su contra. La Municipalidad reclama el faltante de 285 millones de pesos en los últimos meses de su gestión y se presentó en la fiscalía.
Tras el enorme error cometido, por él o por su abogado, de anunciar una presentación en la causa sin que ello hubiera ocurrido realmente, no queda otra cosa que pensar en que Suárez tira manotazos para defenderse sin analizar mucho cómo.
Dice Suárez en su nota con Cutral Co al Instante que la presentación en la justicia de Larraza es porque él se quedó como concejal y parece más bien lo contrario. Que se quedó como concejal (desconcertando a todo el MPN de Huincul) para contar con los fueros necesarios que lo pusieran lejos de los estrados judiciales.
Es que ya tiene experiencia en estos temas, porque si bien la figura principal de la denuncia anterior era Juan Carlos Giannattasio, él estuvo allí y supo quién lo podía defender con eficiencia. Puede ser que contar con fueros haya sido una estrategia acertada pero de allí en adelante, parece improvisado.
El primer error fue ese discurso de despedida en la asunción de Claudio Larraza, algo sin precedentes y que lo dejó muy mal parado y al descubierto. Después se mantuvo en silencio dentro del Concejo hasta que se vio exigido a salir por las personas a las que había contratado poco antes de terminar la gestión. Allí realizó acusaciones y mostró lo más bajo de la política, con mensajes insultantes que poco hacían al debate de fondo.
Es que Suárez no habla del tema de fondo, no explica qué pasó con el dinero que Larraza asegura que no estaba en las cuentas ni realizada las obras. Dice que tiene ya toda la respuesta preparada, pero no la dice. Asegura que se presenta en la justicia, pero no lo hace.
Sobre los temas relevantes que se trataron en el Concejo hasta ahora, tampoco dice nada. Solamente habla de él y la acusación en su contra. Se queda como concejal pero condena al MPN a no tener representatividad porque parece más interesado en resguardarse a sí mismo que en aportar una mirada crítica a los temas que de verdad preocupan a los vecinos. Y lo mismo parece con su sector, debilitado por las dificultades personales que afronta Marga Yunes y la irresponsabilidad de Sebastián Avila que llegó de la mano de Gustavo Suárez y ahora parece que ni siquiera quiere ir a las sesiones, es decir, hacer su trabajo.
¿Qué maldición tiene Plaza Huincul? ¿Por qué prevalece la corrupción enquistada en un municipio que tiene todo para ser relevante en el orden provincial y siempre queda relegado? Claudio Larraza parece decidido a parar la rueda de la corruptela que ha girado y girado en los últimos años, a ponerse a tono con la austeridad que pregona Rolando Figueroa. ¿Podrá? es otra incógnita que tendrá que develarse a medida que se desarrolle su gestión, que no está exenta de dificultades y desafíos.
Tal vez llegue la justicia, la fiscalía, a poner un poco de seriedad en esta investigación.