En 1984, recién regresada la democracia, en Plaza Huincul gobernaba el intendente Aravena. Eran tiempos difíciles y la cultura no era prioridad pero el jefe comunal convocó a Francisco Romero para que fundara un museo.
El docente, que por entonces era director de escuela, aceptó el desafío y el 1 de noviembre de ese año se abrieron las puertas del museo Carmen Funes. El nombre es en homenaje a la primera pobladora y el edificio era donde ahora funciona la biblioteca Juan Benigar.
“Yo tenía una pequeña colección de flechas, billetes, monedas y las exponía en diferentes fechas como los aniversarios de Cutral Co y Plaza Huincul, había trabajado diez años en la escuela de Sauzal Bonito y los chicos me acercaban piedras y flechas, por ese trabajo es que me convoca Aravena, a través del secretario de Gobierno, Daniel Gonzalez”, cuenta Romero.
En Huincul había una ordenanza que creaba el museo pero nunca se había aplicado y disponían de un local al que llamaban “policultural” frente al edificio municipal.
“Lo primero que hicimos fue organizar el salón, que era enorme y estaba vacío, no teníamos ni siquiera un mueble”, dice Romero. Y recuerda que en aquel entonces fue muy valioso el aporte del museo de Zapala, de su director José Ignacio Garate Zubillaga.
Así fue como recibieron donaciones de YPF, con equipos que aún hoy permanecen en el museo y que dan cuenta de la vida de los primeros trabajadores de la petrolera estatal. Y también de la escuela 22, la primera escuela de Plaza Huincul, que donó mobiliario y máquinas.
En los primeros años, la atracción del museo era la colección de Eduardo Montes, que tenía muchos animales taxidermizados. Montes se sumó a colaborar en el museo y montó un sector que era el más visitado.
En esos primeros ocho años de vida, el museo Carmen Funes comenzó a recibir fósiles de dinosaurios que traían los vecinos. Uno de ellos fue Heredia, que avisó de un hallazgo en su campo, fue al museo y luego, entre el propio vecino, Romero y Montes lo sacaron para exponerno. “Era la tibia del Argentinosaurus Huinculensis, nosotros lo expusimos con un cartel que decía “hueso de dinosaurio” porque no sabíamos nada”, cuenta Romero.
Años más tarde, José Bonaparte, paleontólogo, científico e investigador de la Universidad de La Plata se detuvo a visitar el museo, una práctica que realizaba en cada uno de sus viajes porque tenía la teoría de que en los pequeños museos de pueblo “siempre hay algo interesante que ver”.
Cuando vio la tibia que estaba en exposición sacó una cinta métrica, que tenía en el bolsillo. “Nunca vi una tibia de este tamaño”, decía. Así que le consultó a Romero de dónde la habían sacado y visitó el lugar.
Luego le insistió a uno de sus estudiantes, Rodolfo Coria, que viaje a Neuquén y estudie esos fósiles. Desde entonces y hasta la actualidad, el museo Carmen Funes tiene una extensa y muy valiosa colección de fósiles paleontológicos además de un grupo de estudiantes e investigadores que dedican su vida a obtener todo el conocimiento posible.
En los cuarenta años de existencia, el museo Carmen Funes marcó hitos en la investigación de los dinosaurios y fue visitado por cientos de científicos de todo el mundo.
En su exposición se encuentra la réplica a tamaño real del Argentinosaurus Huinculensis, uno de los dinosaurios hervívoros más grandes del mundo. Y también del Giganotosaurus, uno de los dinosaurios carnívoros más impresionantes que pueden verse. Pero hay mucho más para recorrer en toda su muestra.
Se suspendieron hoy las actividades en el museo porque hay pronóstico de fuertes vientos, pero se realizarán más adelante.