Se trata de Raúl Edgardo Castillo Villablanca, que tiene 65 años y fue condenado a 5 años de prisión por beneficiarse de la prostitución ajena.
La causa comenzó hace 12 años y no fue resuelta sino hasta hace pocos meses, cuando Villablanca fue condenado por la “explotación económica de la prostitución ajena –tres hechos en concurso real-, en concurso ideal con el regenteo de una casa de tolerancia”. Al principio se lo había acusado de explotación sexual, pero luego se cambió el delito porque no pudo corroborar la fiscalía que se quedara con dinero que pagaban los clientes cuando tenían sexo.
Según publica el diario La Mañana de Neuquén, el juez de Ejecución del Tribunal Oral Federal se pronunció favorablemente al pedido de la defensa y decidió que la pena se ejecute de manera condicional. En tanto, se dispuso que como única obligación realice 8 horas de trabajos comunitarios por mes para reparar “el delito que ha cometido”.
La fiscalía va a apelar esta sentencia por lo que la causa seguirá en trámite, un sistema judicial federal obsoleto que deja a las víctimas sin justicia tiene una causa por más de una década, y al final nadie va preso.
De este caso, lo único que resultó es que no hubo más cabarets habilitados por el municipio de Plaza Huincul, se cambió la normativa y el ejercicio de la prostitución pasó a una instancia más invisible y menos organizada.
De hecho cuatro años más tarde, una joven indocumentada de origen paraguayo fue encontrada asesinada cerca del lago Mari Menuco. Vivía en Plaza Huincul y ejercía la prostitución. Su femicidio quedó impune, hubo múltiples inconvenientes para conocer su nombre real porque no tenía documentación ni amigos. Igualmente el Consejo Local de las Mujeres, en ese año 2016, reclamó justicia pero sin resultado. Se llamaba Gladys.