Nicol Morales, una joven de 23 años del barrio Centenario de Plaza Huincul, vive con el miedo constante desde que fue víctima de un ataque a tiros en enero de este año. A pesar de las denuncias y un allanamiento que dio con los sospechosos, asegura que el caso no avanza en la justicia como debería, mientras enfrenta complicaciones médicas y amenazas constantes.
“Me disparó en la cara, la bala me entró por la mandíbula, salió por el cuello y volvió a entrar por el hombro derecho. Estoy viva de milagro, pero las secuelas son terribles”, relató Nicol en diálogo exclusivo. El ataque ocurrió el 18 de enero mientras regresaba a su casa tras hacer compras en un mercadito del barrio Pampa.
Un ataque premeditado
Ese día, Nicol estaba junto a su marido cuando tres hombres, a quienes reconocen como los responsables del ataque, comenzaron a intimidarlos con armas. “Ellos estaban en la vereda del mercado y nos mostraron las armas. Salí rápido a mi casa para cocinar, pero me siguió en auto y ahí nos tiraron tiros”, recordó.
Tras el ataque, fue trasladada al hospital, donde los médicos describieron su caso como “milagroso” debido a la trayectoria de la bala. El 21 de enero, un allanamiento en una vivienda del barrio 25 de Mayo de Cutral Co permitió la detención de tres sospechosos y el secuestro de armas de fuego.
Amenazas constantes y denuncias sin eco
A pesar del procedimiento, Nicol asegura que los agresores continuarán hostigándola. “A los dos meses, me los crucé en la calle 1° de Mayo y me sacaron armas, diciéndome que me iban a matar”, afirmó. Desde entonces, ha presentado varias denuncias, pero siente que no hay respuestas concretas.
“La última vez fue en el supermercado Cooperativa, mostrándome otra vez el arma. Fui a la fiscalía, pero todo se reduce a amenazas simples, como si el disparo no contara”, lamentó.
Fallas en el sistema judicial
Nicol también denunció maltrato en el ámbito judicial. Según contó, un fiscal la acusó de manera injusta durante una declaración. “Me gritóneaba y me decía que yo vendía drogas. Tengo todo grabado porque no podía creer lo que escuchaba. En vez de ayudarme, parecía que yo era la culpable”, señaló con indignación.
La joven sostiene que su caso ha pasado por cuatro fiscales distintos, lo que ha ralentizado el proceso. “Dicen que lo del tiro fue lesiones graves, pero esto es un intento de femicidio. Me tiraron en la cabeza, querían matarme”, expresó.
El impacto físico y emocional
La bala dejó secuelas graves. Nicol fue intervenida quirúrgicamente en Plottier, donde le colocaron placas, tornillos y alambres. Sin embargo, los materiales comenzaron a soltarse, lo que agrava su situación.
Además, las heridas físicas se suman al daño psicológico. “Me deformaron la cara, y eso es muy feo. Psicológicamente, me dejaron muy mal, no me siento segura”, confesó.
Un pedido urgente de justicia
La joven pide que su caso sea reconsiderado como un intento de femicidio y exige protección. “No sé qué más hacer para que se haga justicia. Se ríen de mí en todos lados. Esto también es violencia de género, y no entiendo por qué nadie me apoya”, concluyó.
El caso de Nicol Morales expone las falencias del sistema judicial y la vulnerabilidad de las víctimas de violencia extrema en contextos donde la impunidad parece prevalecer. Su historia es un llamado a la reflexión y acción para garantizar que las mujeres tengan acceso real a la justicia y la protección que necesitan.