En el marco del Día Nacional del Petróleo, el pasado 13 de diciembre, contamos la historia de Diego Raviola, un odontólogo nacido en Plaza Huincul, cuya vida y pasiones han sido profundamente influenciadas por las travesías petroleras que compartió con su padre, Francisco Raviola.
Francisco, quien fue director general de Exploración y Yacimientos de la provincia, tuvo un rol destacado en el desarrollo de Plaza Huincul durante el auge de YPF. Lideró la apertura de picadas junto a geólogos. Su abuelo, también llamado Francisco, dejó huellas tangibles como la construcción del natatorio de YPF, actualmente usurpado hace más de 20 años, y la preparación del terreno para las canchas de tenis.
El pasado sábado, Diego y su familia trasladaron los restos de su padre al panteón familiar del cementerio de Plaza Huincul. Francisco falleció durante la pandemia, y su familia expresa el deseo de que en el futuro una calle de la ciudad lleve su nombre, en reconocimiento a su contribución al crecimiento de la región.
Diego continuó con la investigación y preservación de historias de la región, visitando varias veces el museo de los Veteranos Ypefianos, donde recabó información y recibió un reconocimiento por la labor de su padre. Además, su interés lo llevó a explorar lugares como Paso de los Indios, cercano al Yacimiento El Mangrullo, ubicado a unos 50 km al noroeste de Cutral Co y Plaza Huincul, al cual se accede por la Ruta Provincial Nº 10.
El llamado de los pueblos fantasma
Diego relata cómo las experiencias junto a su padre en los pozos petroleros despertaron su fascinación por los pueblos fantasma y los rincones desolados de la región. Una de sus inspiraciones llegó a través de una revista de YPF de 1978, que conmemoraba los 60 años del descubrimiento del petróleo en Plaza Huincul. En la revista, su abuelo lideraba una serie de reportajes donde pioneros y antiguos habitantes narraban los inicios de la región.
Fue así como descubrió la historia de Campamento Dadín, el primer asentamiento de ESSO, ubicado al este de Plaza Huincul, cerca de la laguna Colorada. Este campamento albergaba una comunidad formada por irlandeses, escoceses, polacos y eslavos, quienes mantenían costumbres como el té de las cinco. En Dadín había cine-teatro, talleres y casas construidas por albañiles suecos. Sin embargo, decisiones externas llevaron a su demolición, dejando solo ruinas y recuerdos.
En su búsqueda, Diego encontró el lugar exacto gracias a Juan Medell. Durante una visita, disfrutaron de un asado entre las ruinas y los tamariscos que aún permanecen como testigos de la historia. Además, encontró referencias a este campamento en los libros de Ana del Carmen Kobryniec, autora de Cuando el Sol se Apagó, y Ana Lidia Szloda, quienes documentaron la historia del campamento.
Un legado que perdura
El compromiso de Diego por preservar la historia de la región es también un homenaje a su padre y a las generaciones de trabajadores que contribuyeron al desarrollo de Plaza Huincul. Su investigación no solo rescata memorias, sino que también inspira a las nuevas generaciones a valorar el legado de los pioneros petroleros y los misterios de los pueblos olvidados.
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