Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no podemos dejar de reclamar por Luciana Muñoz a casi ocho meses desde que desapareció sin dejar rastro, en Neuquén.
El 13 de julio de 2024 salió de la casa de su abuela en el barrio Gran Neuquén Norte con la intención de visitar a un amigo. Desde entonces, el paradero de la joven de 20 años sigue siendo un misterio. La angustia de su familia se mezcla con la impotencia de ver cómo la investigación no avanza, como si el eco de su desaparición se hubiera desvanecido en el aire.
La causa está detenida, sin pistas claras que lleven a respuestas. A pesar de los meses de búsqueda, el poder judicial y el gobierno provincial parecen haber girado la página demasiado rápido, dejando atrás un caso que debería ser prioridad. En la última marcha, los familiares de Luciana alzaron la voz con una demanda simple pero urgente: “Exigimos respuestas al Poder Judicial y al Gobierno Provincial”. ¿Es mucho pedir que, en un territorio como Neuquén, cuna de los recursos de Vaca Muerta, se le dé la misma importancia a la vida de una joven que a las inversiones que prometen transformar la región?
El gobernador Rolando Figueroa, en su último discurso de apertura de sesiones legislativas, hizo una breve mención de Luciana: “No estamos todos, falta Luciana”. Sin embargo, esas pocas palabras no alcanzan. La democracia no puede quedarse muda frente a la desaparición de una mujer. No puede permitirse que los discursos vacíos oculten el clamor de una sociedad que exige justicia.
Las desapariciones de mujeres en democracia son una triste realidad que persiste, y la falta de acción por parte del Estado en muchos casos resulta alarmante. Luciana Muñoz no es un número más. No es una estadística ni un tema olvidado. Es una joven, con sueños, con una familia que la espera, y con una sociedad que debe hacerse responsable de su búsqueda y su justicia.
Es momento de que la política y las instituciones se dejen de palabras vacías y tomen medidas concretas. Es hora de que los responsables de la seguridad de todos, y especialmente de las mujeres, dejen de mirar hacia otro lado. La historia de Luciana Muñoz tiene que ser una historia de justicia. Tiene que ser la historia de una sociedad que no permite que se pierdan mujeres en democracia.
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, Luciana debe ser el recordatorio de que la lucha por la igualdad y la justicia no termina en discursos. Empieza con la acción.