La ciudad de Cutral Co se vio sacudida por un caso de abuso infantil que puso en evidencia la intrincada maquinaria judicial y proteccional que se activa cuando los derechos de un niño son vulnerados. Lautaro Arévalo, Defensor de los Derechos del Niño y el Adolescente de Cutral Co, desglosó para este medio el protocolo de actuación, revelando las luces y sombras de un sistema que lucha por garantizar la integridad de las víctimas.
El laberinto judicial: entre plazos y protección
Arévalo explicó que la intervención de la Defensoría se desencadena a partir de denuncias de organismos estatales o por demanda espontánea. Una vez detectada la vulneración de derechos, se activan dos vías paralelas: la penal y la proteccional.
En el ámbito penal, el defensor destacó la complejidad de los casos de Abuso Sexual Infantil (ASI), donde la formulación de cargos suele dilatarse hasta obtener la declaración de la víctima en Cámara Gesell. “No podemos apresurar los plazos, la prioridad es proteger a la víctima”, enfatizó Arévalo. Sin embargo, esta dilación plantea interrogantes sobre la celeridad de la justicia y la revictimización que podría sufrir el niño durante la espera.
El desafío proteccional: entre la familia y el desarraigo
En paralelo al proceso penal, se despliega un abanico de medidas proteccionales. Arévalo subrayó la importancia de evaluar el entorno familiar y, en caso de riesgo, buscar alternativas de cuidado: familia extensa, referentes afectivos, familias solidarias y, como último recurso, hogares de niños.
No obstante, la falta de hogares en Cutral Co y Plaza Huincul plantea un desafío adicional: el desarraigo. “Intentamos evitarlo a toda costa”, afirmó Arévalo, consciente del impacto que implica para un niño ser trasladado a otra localidad. Esta situación expone la necesidad de fortalecer los recursos locales para garantizar la protección de los niños en su propio entorno.
El rol de los medios y las redes sociales: entre la información y la revictimización
El defensor también abordó el delicado equilibrio entre el derecho a la información y la protección de la identidad de las víctimas. Si bien reconoció su capacidad para regular la actuación de los medios de comunicación, admitió la impotencia frente a la vorágine de las redes sociales. “No tenemos herramientas para frenarlas”, lamentó Arévalo, evidenciando la urgencia de establecer protocolos claros para evitar la revictimización en el entorno digital.
Un sistema en tensión: luces y sombras
La exposición de Arévalo revela un sistema en tensión, donde la protección de los derechos del niño se enfrenta a obstáculos estructurales y a la complejidad de los casos de abuso. La dilación de los procesos judiciales, la falta de recursos locales y la dificultad para controlar la información en las redes sociales son desafíos que exigen una respuesta urgente y coordinada.
En este contexto, la labor de la Defensoría se erige como un faro de esperanza, luchando por garantizar la integridad de las víctimas y por construir un sistema de protección más eficiente y humano. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es suficiente?
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