Plaza Huincul. El reloj marcaba apenas las 7 de la mañana del 8 de febrero de 2024, cuando Mauricio Javier Charpentier fue asesinado a sangre fría mientras comenzaba su jornada de trabajo. Dos hombres ya fueron condenados por el crimen. Sin embargo, familiares de la víctima insisten en que la mente detrás del asesinato sigue libre, y advierten que el tiempo corre en contra de la justicia.
“Estamos apurados porque el tiempo corre y si no nos movemos, la causa va a quedar sin efecto”, advierte una familiar directa de Charpentier, con la voz agotada pero firme. La mujer accedió a hablar con este medio en medio del temor, la frustración y el reclamo: que la tercera persona implicada, una mujer que, según las pruebas recolectadas, ordenó matar al municipal, sea finalmente imputada.
Dos condenados, pero una historia inconclusa
El caso tuvo una resolución judicial parcial: Matías Emiliano Díaz y Alberto Alejandro Pérez fueron condenados a 10 años y 8 meses de prisión por el asesinato de Charpentier. Díaz fue quien efectuó los disparos, mientras que Pérez actuó como partícipe necesario, trasladando al asesino y bloqueando con su camión la posible huida de la víctima.
Sin embargo, lo que la justicia todavía no ha resuelto es la responsabilidad de la mujer que, según múltiples pruebas, planeó y coordinó el ataque.
“Hay pruebas, hay cámaras, hay video. El chofer del otro camión lo imputa, el asesino se hace responsable, pero nunca dice por qué lo mata. Porque él no conocía a mi hermano. A ese lugar lo llevó otro”, sostiene la mujer.
Y agrega: “Sin la participación de ella, esta persona nunca habría sabido dónde estaba Javier ni en qué momento pasaba por ese lugar. Ella organizó todo desde temprano, lo seguía, lo marcaba. Hay fotos, escuchas telefónicas, conversaciones donde habla de ‘necesitar gente para matar a alguien’. ¿Qué más falta para que la imputen?”.
Un crimen planificado, un móvil silenciado
De acuerdo a la investigación, el ataque habría tenido origen en una denuncia pública que un integrante de la familia Charpentier hizo contra la presunta instigadora, vinculándola con el narcomenudeo. A eso se suman disputas personales de vieja data entre ambas familias.
Pero los detalles no quedaron en rumores. “Hay escuchas donde ella le va indicando dónde está Javier, con quién va, cuándo sale de su casa. Todo eso está en el expediente. Pero no la imputan”, insiste la mujer.
El miedo no termina: nuevas amenazas y ataques
Desde el crimen, la familia Charpentier vive bajo amenaza constante. El último ataque fue el pasado viernes.
“El viernes pasado esta mujer fue a tirotear la casa de mi sobrino. Tuvimos que blindar todo. Ya no se puede vivir así. Y lo peor es que sabemos que hay policías involucrados (sic). Nos dicen que hay gente que la encubre”, remarca.
Aunque las denuncias están realizadas, el temor a represalias y la falta de avances judiciales mantienen a la familia en un estado de alarma. “Tenemos miedo, porque cuando ella tirotea una casa, puede alcanzar a cualquier vecino, o una bala perdida, matar a alguien más”, dice resignada..
Justicia parcial no es justicia
El abogado querellante, Raúl Cavalli, logró que se reconociera el rol de Pérez en el asesinato, pero la acción penal contra la mujer sindicada como instigadora aún no se ha iniciado, y por ley, la querella no puede impulsarla de forma autónoma.
“Nos dijeron: ‘Ya la vamos a imputar’, pero no lo han hecho. Y el tiempo sigue pasando. Hay un montón de pruebas en su contra”, remarca la familiar.
“Sabemos que estamos con la imagen pública expuesta, pero mi hermano todo lo que tenía lo ganó trabajando. No era narcotraficante como intentaron decir al principio. Si alguien de la familia cometió un delito, lo pagó. Ahora esperamos lo mismo: que la justicia actúe en el caso de Javier”, cierra.
Charpentier tenía 48 años. Su asesinato, a plena luz del día, frente a testigos, y con pruebas que vinculan a una presunta instigadora, aún espera justicia completa.