Desde hace pocos años, la belleza del desierto y sus secretos comenzó a cautivar cada vez a más personas.
Las formaciones rocosas, el cielo infinito y la posibilidad de caminar, andar en bicicleta, moto o cuatriciclos hizo que cada vez más personas recorrieran el camino de invierno para llegar a Barda González y Bajo Baguales.
Los crianceros, propietarios del lugar, decidieron ponerle un fin y comenzaron a cerrar caminos con el apoyo de YPF, ya que la presencia de extraños implica un peligro para la empresa petrolera que tiene numerosas locaciones.
Decididos a explicar su situación, David Yañez, Gustavo Molina, Omar San Martín, María Carrasco y Mercedes San Martín detallan lo que ocurre con los visitantes en sus campos.
Estas personas son crianceros de segunda y tercera generación. Han criado animales en la zona siempre y desde hace 20 y 30 años regularizaron su situación ante la provincia. “Cuando ellos (por el gobierno provincial) aceptaron nuestro dinero y nos vendieron las tierras, dejaron de tener derechos, esto es propiedad privada”, detalla Mercedes, que no deja de parar a los automovilistas que pasan hacia sus campos.
Como muchos visitantes argumentan que no hay tranquera, que no hay alambrado que señale que es propiedad privada, Mercedes se pregunta “¿Quiere decir que si yo paso frente a su casa y el portón está abierto, puedo pasar? Si me gusta el patio, ¿puedo ir porque es lindo? Es lo mismo, no pueden venir sin autorización”, se queja.
Yañez asegura que lo llamaron desde el bloque Compromiso del concejal Gustavo Iril para abordar la situación. Lo que tienen en claro es “no queremos gente de afuera, no queremos turismo ni nada, queremos criar animales, nuestros animales”.
Están incluidos dentro de la Asociación de Fomento Rural de Challaco para poder reclamar ante alguna autoridad y se han puesto en contacto con el municipio de Cutral Co y de Plaza Huincul.
“Mi puesto está a 33 kilómetros de Plaza Huincul y ahora tengo que sacar gente que sigue unos carteles que pusieron sobre un balneario que no existe, eso está todo cerrado”, dice Yañez. Y aclaró que han trabajado en los últimos días para cerrar accesos con una máquina.
Mientras, a su alrededor, a lo lejos, se puede ver que el sol primaveral hizo que un centenar de personas recorrieran el desierto de Bajo Baguales. “Es gente que se mete, si vinieran al puesto, dijeran que quieren pasar un fin de semana, pero no, se meten y uno anda sacandolos por todos lados”, se quejó Molina.