Estamos atravesando los días más fríos del año en el hemisferio sur, y la forma en que nos alimentamos durante el invierno, puede presentar algunos desafíos. En esta nota te dejamos algunos consejos que nos brindó el nutricionista Samuel García, referente de Punto Saludable, un programa del Ministerio de Salud de Neuquén para la promoción y prevención de la salud.
La primera duda que intentamos despejar es si es real que cuando hace frío tenemos más hambre, y si buscamos comer alimentos más “cargados”. Para responder a este interrogante, el profesional indicó que “no, más hambre no. Lo que podemos tener es más apetito: hambre y apetito no son sinónimos”.
Aclaró entonces que “el hambre es una sensación física, que se manifiesta con dolor y ruidos en el abdomen, asociada al déficit de energía (glucosa) en el cerebro. Es una necesidad primaria o biológica. No es selectiva, comemos lo que tenemos a mano, lo que disponemos en el momento”.
En cambio sobre el “apetito”, manifestó que se asocia al placer o a la recompensa. “Es una necesidad vinculada a las emociones. Es selectivo, comemos lo que preferimos, lo que nos da satisfacción en el momento”.
García evaluó que es posible que en el invierno tengamos más apetito, es decir, más ganas de comer un alimento que nos resulte placentero como golosinas, chocolates y productos de pastelería por su elevado contenido en grasas y azúcares. “Si se consume este tipo de alimentos, las Guías Alimentarias para la Población Argentina recomiendan que su consumo sea ocasional y elegir porciones pequeñas”.
-Con el frío volvemos a cocinar nuestros tradicionales guisos: ¿aportan calor y energía?
“La energía que necesitamos durante los meses de invierno es la misma que en el resto de las estaciones del año. Preparamos comidas calientes como guisos, estofados, sopas o caldos con el fin de aumentar nuestra temperatura corporal y no sentir tanto frío. Sin embargo, estas comidas pueden aportar bastantes calorías por lo que se recomienda que contengan verduras y moderar el tamaño de las porciones”.
Sobre las bebidas, el nutricionista recomendó no esperar a tener sed para hidratarse, y tratar de consumir dos litros de agua a lo largo del día. En relación a las infusiones, como el mate, el té y el café, señaló que se debe limitar el azúcar agregada.
Sobre “el traguito de alcohol”, que la gente que se desplaza o trabaja varias horas a la intemperie utiliza para mitigar el frío, García señaló que es cierto que el alcohol brinda algo de calor, “pero se desaconseja: altera las percepciones, y las intoxicaciones hay que prevenirlas”.
Finalmente, el profesional realizó algunas recomendaciones para la nutrición en el invierno:
- consumir frutas y verduras de la estación porque son más económicas, de mejor calidad y porque aportan vitaminas y fitoquímicos beneficiosos para la salud, Consumir 5 porciones de frutas y verduras a lo largo de la jornada.
- Verduras de invierno: Acelga, apio, brócoli, calabaza, cebolla de verdeo, chaucha, coliflor, espinaca, hinojo, puerro, rábano, rabanitos, radicheta, remolacha, repollo, repollitos de Bruselas, zanahoria, zapallo.
- Frutas de invierno: Banana, limón, mandarina, naranja, pera, pomelo.
- Media hora de actividad física por día.