Desde este semestre, la liga decidió que ya no se puede jugar mixto la categoría predécima, es decir con niños y niñas.
La categoría predécima es la preparación para la competencia federada, que en Neuquén solamente tienen los varones ya que el fútbol femenino tiene solamente primera división. Pero ¿cómo podrían llegar jugadoras formadas a la primera división sin instancias formativas?
Todavía son muchos los clubes que directamente ignoran el deseo de muchas niñas por jugar y aprender el fútbol. Y la explicación podría estar en la justificación que la Lifune para no permitir el juego mixto, que podría ser adeucuado o no pero lo cierto es que la liga cierra la puerta a las jugadoras a la posibilidad de participar de la competencia federada en formativas.
Y las jugadores del interior están aún más en condiciones de inferioridad, ya que en la zona metropolitana hay compentencias comunitarias de fútbol femenino pero en el resto de la provincia no. Al parecer, para Lifune está bien que haya mujeres que jueguen al fútbol pero no niñas que jueguen y aspiren a la competencia federada.
Lo que dijo Lifune y lo que le contestaron
Lifune argumentó diferencias físicas entre niños y niñas porque “la masa muscular y la fuerza de los niños suele ser superior a las niñas” y también culturales “porque los niños y las niñas tienen estilo de juegos diferentes” que podrían “generar conflictos”.
Quienes realizaron el pedido, Daniela Machado y Tomas Pucheta, consideraron que la respuesta es una clara discriminación. “En el Boletín se hace referencia al varón como criterio de referencia sobre el que se califica y clasifica el cuerpo femenino, legitimando de esta manera un discurso que define y prescribe qué pueden hacer y qué no determinadas corporalidades. En estos tiempos, argumentar sobre los mayores niveles de fuerza entre el varón y la mujer en las edades que participan de la liga, denota un amplio desconocimiento”, escribieron a la Liga de Fútbol del Neuquén.
Y agregaron “en segundo lugar, el Boletín vincula la seguridad y el juego limpio a una inferioridad muscular de las niñas. Claramente, este argumento lejos está de pensar en el deporte en términos constructivos de prácticas más seguras y de valores inclusivos tendiendo a un cambio de paradigma de paradigma social que incluya y no excluya”.
Finalmente “se hace mención a la diferencia de estilos de juegos entre varones y mujeres, denotando cierta discriminación aludiendo a estos factores sociales y culturales prestablecidos y reconocidos como normales, que parecen indicarnos que los niños tienen capacidades y habilidades naturales que no tienen las niñas”.